miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿Cómo devolverle el habla al pueblo?

Por: Angelina Jiménez

Es de todos conocido el asunto de la presión de los medios sobre la opinión pública, pero ¿hasta qué punto llega tal manipulación?

Las influencias intelectuales y algunas circunstancias históricas, le dieron origen al concepto de sociedad de masas en el estudio de las nuevas formas de comunicación social, estas influencias deben de ser examinadas más detenidamente para poder apreciar su importancia, claro.

Cuando se habla de cultura de masas, se involucra a toda una serie de actividades y objetos, como entretenimiento, espectáculos, música, libros y películas, sin embargo; se lo ha identificado con el contenido típico de los medios masivos de comunicación pública.

La cultura de masas, principalmente cuenta con dos características, que son su gran popularidad y la especial atracción para las clases trabajadoras en las sociedades industriales.

También se le podría otorgar, igual importancia, a una tercera característica: su diferencia con respecto a la cultura de la élite educada, pues son sus normas, las aplicadas a la literatura, música y artes visuales, precisamente con el objetivo, de que se distinga de la cultura de masas.

Según Wilensky, hay diferencias importantes, entre los dos tipos de culturas, la alta cultura, la cual se relaciona con dos características del producto, una élite cultural con tradiciones estéticas, literaria o científica con forme a las cuales actúa, y son quienes crean el producto o supervisan su creación.

La otra característica vendría siendo la aplicación sistemática al producto de normas independientes del consumidor, esto es, la estandarización del producto, y por consecuencia del comportamiento masivo, en otras palabras, la audiencia y su opinión uniformemente manipulada.

Según Carl Hovland, refiriéndose a los factores que influyen en los efectos de los medios sobre el público, anota: ‘Quién dice algo es generalmente tan importante como qué es lo que dice, en la determinación del impacto de una comunicación; sin embargo, de manera sorprendente, la influencia de éste factor en la efectividad de los medios de comunicación con el público no ha sido extensamente investigada.’

Eludimos a la pregunta obvia: ¿Cuál es el grado de deformación que sufre el acontecimiento, desde que adquiere el carácter de hecho social, periodísticamente importante, hasta que es recibido por el decodificador?, la respuesta determinaría la cercana relación que existe entre lo que el medio comunica y lo que el público absorbe, siendo los creadores, a todos los ojos, de la opinión pública, y la audiencia solo una masa maleable, dispuesta o no, a ser manipulada.

Conocemos la presión en la que se hallan los medios en los estados totalitarios, pues son utilizados como formadores de opinión política y como mecanismo de control social rígido, ¿esto los justifica?.

También se ve censurada la conducta empresarial privada, pues además de regímenes totalitarios y los intereses capitalistas, hay otros factores que toman cartas en el asunto de la formación y manipulación de la opinión pública.

Todo empieza desde el periodista, quien está dentro de una institución que regula su trabajo, y es cuando, muchas veces, difiere la ética y la responsabilidad social del medio con la realidad, todos conocemos los casos de periodistas asesinados en diferentes estados del país porque se metieron o hablaron de más.

Mitchell V. Charnley, menciona algunas limitaciones naturales del medio periodístico, características, propósitos y actitudes de quienes lo manejan, a esto habría que agregar la situación particular de las instituciones de medios, quiénes los sobornaron o compraron, ya sea frente a los sistemas políticos o los factores económicos que a su vez crean una dependencia de la publicidad y algunos otros factores de presión, sean o no, visibles, venga, que la falta de democracia en nuestro sistema no es ningún secreto.

El medio de comunicación masiva obedece a una unidirección, de arriba hacia abajo, es decir, desde un emisor que transmite la estructura del modo de producción capitalista hacia un receptor que constituye una base en donde la mayoría no ve reflejadas sus preocupaciones y formas de vida, sino las aspiraciones, valores y normas que la dominación económica estima más convenientes para su propia sobrevivencia, y bien, el pueblo, más que engañado, sólo se les da pan y circo, ¿y? ni quién se queje.

El objetivo fundamental que resume la inspiración de la política del nuevo medio de comunicación masivo, es hacer al pueblo un protagonista del medio, como devolverle el habla al pueblo, ¿será posible?, ¿realmente existirá un futuro con un verdadero compromiso social por parte de los medios hacia el pueblo?

Eso significaría primero quitarle a la clase dominante la dinámica de la información, y, en un sentido más global, de la cultura. Pues hasta el presente, la clase dominante es quien define la jerarquía de prioridades, su criterio prevalece para darle importancia a las noticias y a los temas que deben circular como elementos de integración noticiosa entre los distintos estratos sociales, definiendo, constantemente, en última instancia a la ‘opinión pública’ nacional.

El oso hormiguero es uno, pero grande y poderoso, y es él quién se come a las hormigas, mayores en número y obreras como ellas solas… ¿Cómo invertir la dinámica?

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