domingo, 18 de septiembre de 2011

Contagio cultural.

Por: Angelina Jiménez.

Para entrada, el Secretario de Finanzas asegura que los ingresos se reducirán en miles de millones de pesos, Calderón inicia el plato fuerte hablando sobre economía, trabajo, seguridad, opiniones casadas y en contra, y encima, se tiene que embadurnar la tortilla con los sicarios asesinados la noche de ayer y el día de hoy, seguramente, éste desayuno será igual que el de mañana.

En el auto se vive en carne propia la inseguridad, el miedo en los semáforos se deja fluir, el estrés cuando al lado pasa una camioneta con los vidrios oscuros y la banda a todo lo que da, hablando de violencia y del orgullo de ser un buchón, el limpiavidrios que no pide permiso y con la pobreza extendida hasta los huesos; pagar por un estacionamiento ''seguro'' que no se hace responsable en caso de robo o incendio, alarma tras alarma y el vieneviene también quiere su propina obligada, a menos que se desee un rayón en la pintura del coche que aún está siendo pagado en mensualidades.

En el trabajo la monotonía se hace presente, el tiempo ya no se disfruta como cuando se era joven, cuando eran los tiempos de oro, cuando se podía salir a jugar o a caminar en la noche.

Viene el deseo de que el tedioso día laboral termine, se dispone a caminar al estacionamiento y darse cuenta que ahí está el coche, si con suerte se corre. Se intenta llegar lo más rápido posible a casa para poder encerrarse en la burbuja que se cree es segura, para cenar lo mismo que todos los días, el desayuno. Tirarse en el sofá implica encender el televisor o platicar de lo que sucedió en el día, e irse a la cama a veces suena como una mejor idea.

A lo largo del día, se está experimentando una aversión al ser humano, él no odia a alguna persona en específico, sino a la raza humana en general, es el personaje que no soporta al hombre como ser humano, se queja constantemente, pero ¿hace algo por cambiarlo?

¿A qué se debe ésto? A estas alturas, con México en una guerra civil y con la economía al ras del suelo, es bastante comprensible que el mexicano esté deprimido y tome no sólo una crítica social como una filosofía de vida, sino que esté pensando en ésto constantemente, lo que puede llevarlo a convertirse.

¿Y porqué piensa en ello todos los días? Fácil, es cuestión de encender el televisor y sintonizar Televisa y TV Azteca y darse cuenta de la miseria que estamos viviendo como mexicanos, mientras el pueblo sigue recibiendo pan y circo, siempre habrá uno que otro que analice el bombardeo de información que está recibiendo y renuncie a su humanidad, se sienta desolado, traicionado por los suyos, desesperado por la vida y la época en la que le ha tocado nacer, y sentirse completamente alienado, absurdo, aburrido, y convierte su conciencia en una agonía hasta el resto de sus días, su fuerza es el cambio, el deseo de no sentirse como uno de ellos.

Por supuesto que ésta no es la única razón para éste estilo de vida, sólo hay que voltear a ver a nuestro alrededor, vemos por todos lados intentos fallidos de parte de los ciudadanos de luchar por la paz, hacer marchas, comprar espacios publicitarios, cuidarse de lugares públicos, hacer lo mismo día con día para esperar al fin de semana, donde se ''sale'' de la rutina semanal y se entra a otra rutina quizá un poco menos devastadora, pero igual de monótona. El no quiere ser parte de la humanidad, pues la odia.

Como dijo Cioran, escritor y filósofo rumano, ''Apenas abiertos [los ojos], el drama dio comienzo. Mirar sin comprender: eso es el paraíso. El infierno será, pues, el lugar donde se comprende, donde se comprende demasiado'', esto es, la conciencia transformada en una cárcel. ¿Qué termina haciendo el misántropo? ¿Su odio hacia la humanidad lo convierte en sicario? ¿presidente? ¿evangelista? ¿revolucionario? ¿ermitaño? ¿O sencillamente se pasa la vida quejándose del inconveniente de haber nacido, de haberse forjado conciente?

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